Vivimos un momento en el que hablamos mucho de la
importancia de educar en igualdad de oportunidades... pero ¿cuánto de realidad
tiene esto? ¿Desde cuántos ámbitos podemos abarcar este propósito?
La educación de los más pequeños está en nuestras manos y desde diferentes áreas podemos hacer muchas cosas. En el ámbito escolar y en el familiar residen los mayores pilares, pero no debe recaer solo sobre ellos esta responsabilidad. La educación en igualdad es cosa de tod@s, hagamos lo propio cada cual desde su posición.
Desde el colegio se pueden inculcar conductas y
hábitos basados en la igualdad y el respeto mutuo.
El ámbito familiar por su parte debe adoptar un
papel fundamental, pues es en el seno familiar donde se desarrollan las
primeras habilidades sociales, por ello se debe tener especial cuidado para que
queden exentas de cargas de género. La mera decoración del cuarto, o la
elección de juguetes son algunos de los aspectos donde podemos empezar a
trabajar. El lenguaje empleado también deberá de ser cuidado, pues generalmente
se emplean términos que refuerzan los roles de género.
Y aunque hay otros ámbitos en los que no podemos
intervenir directamente, sí se pueden utilizar para crear un pensamiento
crítico y reflexivo. Los medios de comunicación, las canciones de nuestros
ídolos, los cuentos tradicionales, las revistas... son algunos de los agentes
que influirán en la construcción de un rol u otro.
Por ello es imprescindible que por medio de la
educación basada en la igualdad de oportunidades se favorezca el desarrollo de
las mismas capacidades y se debe dar el mismo margen de libertad a chicas y a
chicos, permitiéndoles que puedan convertirse en personas autónomas, a la vez
que capaces para relacionarse con otras personas teniendo en cuenta los deseos
y necesidades propios y ajenos.
Es preciso entonces educar en igualdad desde la
diferencia, considerando que cada niña y niño tiene derecho a ser diferente por
lo que es preciso valorar esas diferencias individuales y las cualidades
personales.
Coeducar supone eliminar estereotipos o ideas
preconcebidas sobre las características que deben tener las niñas y los niños,
las chicas y los chicos, las mujeres y los hombres. La coeducación tiene
entonces como objetivo hacer personas dialogantes e implica respeto y
tolerancia, por lo que es una garantía para la prevención de la violencia.
Por todo esto, en ChiquiCirco también
queremos aportar nuestro granito de arena y aunque no formamos parte del
entorno educativo habitual de las chicas y de los chicos, procuramos establecer
propuestas de actuación en nuestras actividades que eviten la división de roles
en las distintos juegos, en los talleres que se realizan, diseñando dinámicas y
experiencias basadas en los intereses y aficiones de niños y niñas, y utilizamos
materiales que favorecen la participación de ambos grupos.
Porque consideramos que la labor coeducativa es
responsabilidad de todos los ámbitos que en algún momento interaccionamos con
el niño o la niña y por ello debemos intentar romper los estereotipos sexistas
que existen aún en nuestra sociedad, cada cual utilizando sus herramientas, la
nuestra es el juego.
Fuentes:
CEAPA. Coeducación. Prevención de
la violencia contra las mujeres y las niñas.
Fernández, J. (1988). Nuevas
perspectivas en el desarrollo del sexo y el género. Madrid. Pirámide.
Guitérrez Corredor, A. B. “Educando
en igualdad desde la etapa infantil” (2010) en CSIF, Nº 36.
María Ramos
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